La música y la literatura han ido referenciadas mano a mano desde hace mucho tiempo, recordemos que las primeras poesías iban de la mano de la música y en este caso de las canciones.
Históricamente sabemos que antes de la escritura las leyendas y cuentos eran historias orales que venían acompañadas de música y que por medio de canciones eran transmitidas.
Después la poesía se abrió camino propio tomando de la música, sus rimas, su cadencia, las repeticiones y juegos de palabras. En la transmisión oral el ritmo y la rima jugaban un gran papel, pues de ellas dependía poner a jugar la imaginación de los que escuchaban y así mismo empezaron las palabras a jugar el juego de las historias, de la imaginación.
A partir de las historias empezó el proceso de la literatura, el cual en algún momento desvió su camino de la música y con la aparición de la palabra escrita pasó a ser más importante, olvidando el ambiente que nos podría generar un texto escrito en el papel de la musicalidad.
Una de estas tantas historias comienza cuando después de una rutina agobiante decidimos comenzar la noche o terminar nuestro día con una cerveza en la barra de un bar. Como si el premio al cansancio y a la amargura de un día sin pretensiones, aparece el rostro de una bella mujer, un rostro que impacta por su belleza pero el cual guarda toda una historia por descubrir. Esta que es una historia que posiblemente la hayamos encontrado, escuchado en cualquier ambiente nocturno o bohemio, es precisamente la que nos describe el escritor Charles Bukowski, en su relato “La chica más guapa de la ciudad”, donde nos habla del lindo rostro de una mujer, pero que es ella la primera en despreciarlo, en despreciarlo por sentir lo vacío que puede ser la belleza.
Estas historias que surgen de grandes escritores son las que relacionan la música con la literatura, el relato de Bukowski, dio paso por ejemplo a que el cantautor argentino Fito Páez, lo tomara como inspiración para su canción “Polaroid de locura ordinaria”. Recordemos también esa hermosa canción que canta Joan Manuel Serrat llamada “Una mujer desnuda y en lo oscuro” que es un hermoso poema del gran escritor Mario Benedetti o la que hace Rubén Blades llamada “Ojos de perro azul” sacada del cuento de nuestro Nobel Gabriel García Márquez.
La música y la literatura siempre han ido de la mano, en este caso la música tomó de inspiración un relato de uno de los más grandes escritores norteamericanos del “realismo sucio” y plasmó la misma historia en un aire de musicalidad y bohemia.